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Ernesto Hernández Norzagaray

04/05/2024 - 12:02 am

Anabel Hernández y Morena

Yo he escuchado a algunos de ellos que igual tocan la rima de “pruebas, pruebas, pruebas” descalificando su trabajando, diciendo que Anabel se dedica a recolectar y publicar habladurías, que no es un periodismo serio y percibo en ellos, una mezcla de envidia, impotencia, mediocridad, misoginia.

“Yo he escuchado a algunos de ellos que igual tocan la rima de ‘pruebas, pruebas, pruebas’ descalificando su trabajando”. Foto: Cuartocuro

Ya está en circulación el nuevo libro de la autora de Los Señores del Narco, se trata de una nueva obra que cae en este momento como balde de agua fría sobre un proceso electoral marcado por la violencia y porque lleva por título La historia secreta: AMLO y el cártel de Sinaloa 

Como era previsible, ha provocado revuelo y el Presidente López Obrador y los más connotados periodistas afines a la 4T salen a reclamar al unísono: pruebas, pruebas, pruebas.

El silencio comprensible de Anabel Hernández deja que el libro hable por sí solo, ya no es de la autora, es de los lectores que, gracias a una versión electrónica libre, seguramente, lo están leyendo miles para ver qué información nueva ofrece para tomar pulso de la violencia y hasta para que más de alguno decida como votar el 2 de junio. 

Soy uno de esos lectores que veo con asombro los señalamientos interesados contra Anabel, a quien no sólo se le piden pruebas, sino la acusan de “hacerle el juego a la derecha” cuando no se le califica, sin más en el acto, ser un personaje de la derecha política.

Cuando ella en este texto y en entrevistas concedidas en los últimos años, ha dicho una y otra vez, que sólo es una periodista de investigación y que no está al mejor postor, que no hace distingo en cual partido o personaje está en el poder.  

Qué ahí están como prueba sus investigaciones sobre corrupción durante el Gobierno de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón o el del priista Enrique Peña. 

Y justo por esas investigaciones, que han sido un gran éxito editorial y le han retribuido económicamente, caló hondo en la opinión pública y su nueva obra despierta una expectativa, quizá mayor, que las anteriores porque involucra al Presidente en funciones que llegó a Palacio Nacional con la oferta de la lucha contra la corrupción y brotan corruptelas en su entorno familiar y político.  

El último, el caso es el de Rocío Nahle, exsecretaria de Energía, exdirectora de la refinería de Dos Bocas y hoy aspirante de Morena a la gubernatura de Veracruz, quien está entredicho por el empresario Arturo Castagné, quien le ha descubierto propiedades dentro y fuera del país.  

Incluso, por encima de sus ingresos que están igual o por debajo “de lo percibido por el Presidente” ante el silencio del obradorismo y la defensa de la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum. 

Sin embargo, no siempre fue así, como Anabel lo narra en la introducción de La historia secreta: AMLO y el cártel de Sinaloa, el Presidente López Obrador como opositor al ver el éxito de sus piezas periodísticas sobre los gobiernos anteriores no dejó de elogiarla por la contribución que hacían a la lucha contra la corrupción en el sector público de panistas y priistas. Los negocios privados que se hacían con cargo al erario. Y es que los hallazgos caían como anillo al dedo al relato justiciero del Presidente.

Y por ello, como ella misma lo narra, intentó ficharla para la naciente Cuarta Transformación. Y Anabel coqueteo con la idea y aceptó reunirse con Epigmenio Ibarra, John Ackerman y Rafael Barajas “El Fisgón”, hasta que decidió tomar distancia de ellos. Siguieron los elogios y las invitaciones para presentar sus libros en los círculos morenistas que aceptaba porque, simplemente, todo autor siempre buscara lectores. 

Pero llegó el momento de parar, no volver con ellos y bajaron los elogios, y se dedicó a hacer su trabajo de investigación y vinieron nuevos libros, conferencias en universidades, entrevistas y colaboraciones en la productora alemana Deutsche Welle que fueron distanciándola.  

Y más de los morenistas sobre todo cuando subrayaba que lo suyo no era la política sino el periodismo de investigación. Que no le interesaba lo político partidario. Que desde su trinchera hacia una contribución a la democracia de nuestro país y que en eso seguiría incluso a riesgo suyo.  

Entonces se volvió sospechosa. ¿Para quién trabaja? ¿Por qué tiene acceso a fuentes gringas? ¿Por qué vive fuera de México? ¿Por qué aparece en este momento su libro cuando hay una campaña donde se habla de un #narcopreesidente, de una #narcocandidata? Se preguntaban, no sólo los del primer círculo mediático del morenismo, sino lo hacían exponentes del segmento del llamado “periodismo crítico e independiente” buscando dañar su imagen.   

Yo he escuchado a algunos de ellos que igual tocan la rima de “pruebas, pruebas, pruebas” descalificando su trabajando, diciendo que Anabel se dedica a recolectar y publicar habladurías, que no es un periodismo serio y percibo en ellos, una mezcla de envidia, impotencia, mediocridad, misoginia.

Sin considerar, en ningún momento, que este tipo de investigación periodística además de valiente y puntillosa no es definitiva –ni siquiera, las investigaciones que realizan los académicos de las ciencias sociales–, que camina en el sendero de la recolección de evidencia y testimonios que revelan los contornos de un tema escabroso, mayúsculo, peligroso, útil, en el caso de este tipo de periodismo para aproximarse a la lógica, la dinámica y la psicología de los personajes de los cárteles del crimen organizado tanto los de bota y sombrero como los de traje y corbata que transitan por la función pública. 

En definitiva, el nuevo libro de Anabel Hernández, podrá denostarse como una obra de la derecha y en contra de la izquierda obradorista, solo que habrá que volver la vista a lo oportuno que fueron sus anteriores trabajos para una sociedad que le preocupa y mucho el tema de la seguridad, el empoderamiento de los cárteles, su participación brutal en los procesos electorales y alcance por sus personeros de cargos de representación política ante una autoridad omisa, incapaz, de lo más elemental que es capturar o neutralizar a los que bajan, amenazan y asesinan operadores, dirigentes, candidatos y candidatas. 

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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